domingo, 14 de septiembre de 2014

El caudillo

“Para dominar la ciudad tiene la fuerza del territorio; y ante el territorio tiene la representación de la ciudad. El trata con los negros candomberos y con los diplomáticos de Europa, es amigo de los indios y discute con los doctores, toma mate con las comadres de los ranchos y tiene de secretario a un personaje de abolengo. Sin el caudillo nacional, que ya viste el poncho o el chiripá del gaucho, ya la casaca entorchada y el guante blanco del brigadier, que sabe ser ceremoniosos en la ciudad y campechano en el fogón de los campamentos, tan capaz de bailar un minuet como de enlazar una res bravía, la ciudad y la campaña no podían entenderse”.

Buschera, O. “Divisas y partidos” Enciclopedia Uruguaya Nº 17. Pág.  125.

El caudillo y sus seguidores:
“Para la época que despunta en los años finales  de la década del 30, en la Banda Oriental, en Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, la estructura agraria se está consolidando. El aparto jurídico expulsa fríamente a los poseedores de  campos abandonados. El gran caudillo los acoge como agregados y dependientes de sus fabulosos fundos y los asocia generalmente en medianería en sus principales rinconadas... Para amplísimos sectores rurales, una parte normal de la subsistencia y de los medios de vida se satisface por la cuota a la que accede en las liberalidades del caudillo. Este vivir a “expensas de” cristaliza cada vez más  férreamente la dependencia personal y la disminución jurídica del hombre sin tierras. De ahí que alzado el caudillo, sea vitalmente necesario seguir su divisa…
Rodríguez, J. “Las montoneras y sus caudillos”. Enciclopedia Uruguaya Nº 13. Pág. 58

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