Elaboración del
tasajo:
“Los peones
elegían a los animales que serían sacrificados. Uno tras otro eran enlazados y
conducidos a la plataforma de matanza. Apenas muertos, los hábiles faeneros
separaban el cuero con sus largos y filosos cuchillos. Despojado del cuero el
animal era cortado en cuartos traseros y delanteros, que se llevaban en
carretillas a los galpones.
Estos situados a cierta distancia de las casas, en la parte alta del
campo constituían la parte esencial del saladero.
Allí los faeneros
separaban la carne de los huesos y la cortaban en tajadas muy finas; de
inmediato las apilaban, colocando entre ellas abundantes capas de sal. Durante
tres o cuatro días las pilas de carne permanecían en los travesaños interiores de los galpones,
mientras la salmuera escurría a las zanjas, cuya profundidad y anchura variaba.
Luego, cerca de
los galpones, las pilas de tiras de carne completaban el secado expuestas al
sol. Una vez seca por completo, la carne se depositaba al aire libre, cubierta
con cueros o lonas.
Las carretas
llevarían el tasajo al depósito de Montevideo. Goletas y bergantines lo harían
hasta su destino final: río de Janeiro, Bahía o la Habana.”
Un lugar
desagradable:
“La industria saladeril era
rudimentaria y antihigiénica; una imagen elocuente de la primitiva economía del país. Y la vista
de un saladero, una experiencia desagradable. Un extranjero describía así sus
impresiones:
“No puede haber en
le mundo un aspecto más repugnante que el de un saladero Basta con imaginar
arroyuelos de sangre negra y espesa(...)formando un fango inmundo; una
extensión de secaderos cargados de
jirones de carne de una tremenda suciedad. A cien pasos de los galpones,
millares de cráneos y de osamentas que sirven de pasto a cerdos, perros, gallinas y aves de rapiña.
Todo esto exhala una fetidez insoportable en un radio de casi una legua”
Mendez Vives, E.
“La gente y las cosas en el Uruguay de 1830” . Ed. Fin de Siglo,1993. Pág.26-27
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