jueves, 13 de mayo de 2010

Primeras corrientes socialistas

Primeras corrientes socialistas:

“La Revolución Industrial significó un amplio progreso de la economía europea porque permitió el desarrollo del maquinismo, de la producción manufacturera y de numero de bienes dispuestos a disposición de la población. Pero también trajo consigo graves problemas sociales porque agudizó las diferencias de riquezas entre las clases sociales, puso de relieve las malas condiciones de vida y del trabajo del proletariado y provocó encendidos enjuiciamientos de todo el sistema capitalista que engendraba estos males.
Su consecuencia más importante fue que generó una nueva clase social: el proletariado… Su único bien era su fuerza de trabajo que vendían por un salario; como este era muy bajo, apenas si podían alimentarse y alimentar a su familia, malviviendo en pequeñas habitaciones sin luz ni aire; como las jornadas de trabajo eran muy largas, no les quedaba tiempo para instruirse y así tomar conciencia de su deplorable situación. Además, y en los primeros tiempos, la industria era muy primitiva, y las condiciones de trabajo insalubres, agotadoras y peligrosas para su integridad física.
Todos aquellos males que padecían incitaron la compasión de algunos sectores de las clases altas, que, por ser instruidos y cultos tomaron pronta conciencia del problema y elevaron sus voces reclamando soluciones. De la burguesía, y aun de la nobleza, surgieron los primeros teóricos sociales y reformadores que criticaron severamente el sistema económico vigente y propusieron nuevas formas de organización de la sociedad y la economía.
Estas primeras tendencias socialistas fueron denominadas “utópicas” por le economista francés Jérome Blanqui en 1839, calificativo que fue ratificado por Marx y Engels, creadores a su vez de una corriente socialista, en la segunda mitad del siglo XIX, que ellos mismos llamaron, por oposición, “científica”…
Los primeros socialistas, pues, se oponían al individualismo exacerbado del sistema capitalista, a la lucha de los hombres mediante la competencia, a la primacía de lo político, y proclamaban la necesidad de un nuevo orden social basado en la cooperación y ayuda mutua donde la justicia en la producción y en la distribución de los bienes traería no solo la felicidad individual sino también la colectiva.
Criticaron con acidez el mundo en que vivían y sus injusticias, aunque discreparon acerca de cómo sería el mundo a que aspiraban y sobre los medios de llegar a él. Como muchas veces no propusieron caminos para pasar de la sociedad en que vivían a la que aspiraban o propusieron métodos ingenuos de cambio, se generalizó el calificativo de “utópicos” con el que se les denominaba, en el sentido de que sus teoría eran un sueño, una irrealidad”.
Nahum, B. “Ideologías político-sociales del siglo XIX europeo.”